Del interruptor a la boleta de luz: la historia detrás de los símbolos que usamos todos los días y por qué la electricidad cuesta cada vez más
¿Cuántas veces te pasó de mirar la tecla de la pava eléctrica, el cargador o la zapatilla y dudar si el aparato quedó prendido o apagado? Ese simple botón, con su círculo y su palito, es la puerta de entrada a un sistema eléctrico cada vez más exigido y costoso. Entender qué significan esos símbolos universales es también el primer paso para comprender por qué la boleta de luz no para de aumentar.
El código universal en tus electrodomésticos: qué son el “palito” y el “circulito”
Antes, los interruptores eran claros: decían “On” y “Off”. Pero con la globalización, surgió la necesidad de crear un sistema que rompiera las barreras del idioma. La solución, como muchos inventos que hoy usamos en la vida cotidiana, vino del ámbito militar y la ingeniería.
La respuesta se encontró en el sistema numérico binario, la base de la computación moderna. Durante la Segunda Guerra Mundial, se empezó a popularizar el uso del ‘1’ para representar un estado activo o “encendido” y el ‘0’ para uno inactivo o “apagado”. Con el tiempo, esta lógica se adoptó para los aparatos de uso masivo.
De esta manera se estableció un estándar global:
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El 1 (el “palito”) significa ENCENDIDO.
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El 0 (el “circulito”) significa APAGADO.
Para terminar de unificar el lenguaje, en 1973 la Comisión Electrotécnica Internacional (IEC) publicó la norma IEC 60417, que oficializó estos símbolos. Hoy, son reconocidos en todo el mundo, garantizando que cualquiera, sin importar el idioma que hable, pueda operar un dispositivo de forma segura.
¿Y el símbolo de “Stand-By”?
Con la llegada de la electrónica moderna, apareció un tercer símbolo que genera bastante confusión: un círculo con un palito en su interior. Este ícono, conocido como “Stand-By” o modo de espera, es en realidad una fusión de los dos anteriores. Representa que el botón no corta la corriente por completo, sino que puede tanto encender como apagar el dispositivo, o dejarlo en un estado de bajo consumo, listo para activarse rápidamente.
El otro lado del interruptor: las razones del tarifazo
Ahora bien, presionar ese “1” es un gesto que se volvió notablemente más caro en el último tiempo. La inflación general de la economía es un factor clave, pero el aumento en el costo de los servicios energéticos tiene sus propias explicaciones, que van desde la demanda global hasta problemas de infraestructura locales.
Una de las razones principales es que el mundo simplemente necesita más electricidad. Ellen Wald, experta del Atlantic Council, señala que la demanda, que antes era relativamente estable, “se está disparando por todas partes”. Este fenómeno se debe a dos grandes motores. Por un lado, el avance de la electrificación para reemplazar combustibles fósiles, como se ve en los autos eléctricos y los sistemas de calefacción. Por otro, la explosión de los centros de datos que alimentan la inteligencia artificial, verdaderos gigantes que consumen enormes cantidades de energía.
Amy Myers Jaffe, directora del Energy Lab de la Universidad de Nueva York, explica el mecanismo: “Las empresas proveedoras hacen inversiones millonarias en nueva capacidad de generación y cableado, y luego trasladan ese costo a las tarifas de los usuarios”. Es decir, a la boleta que pagamos vos y yo.
Infraestructura vieja y eventos climáticos: la tormenta perfecta
A la creciente demanda se suma otro problema crítico: el estado de la infraestructura. Durante décadas, en muchas regiones se priorizó la expansión de la red por sobre el mantenimiento de la ya existente. El resultado es un sistema de distribución envejecido que necesita mejoras urgentes.
“Estamos hablando de los postes, los cables, las subestaciones que llevan la electricidad a nuestras casas”, afirma Arvind Ravikumar, de la Universidad de Texas. “La necesidad de modernizar y mantener los sistemas de distribución locales existe desde hace mucho tiempo. Simplemente hemos pateado el problema para adelante”.
Ahora, esa postergación nos está pasando factura. Las empresas eléctricas ya no pueden seguir esperando y están obligadas a realizar inversiones masivas para actualizar las redes. Además, los desastres climáticos, cada vez más frecuentes y devastadores, obligan a tomar medidas costosas, como enterrar líneas eléctricas para protegerlas, lo que añade otra capa de costos que termina impactando en el bolsillo del consumidor. En definitiva, cada vez que apretamos ese botón, estamos activando una compleja cadena de factores económicos y técnicos que explican por qué mantener las luces prendidas es cada vez más un desafío.